¿Qué significa esto?
Se ha demostrado consistentemente que la calidad y la fuerza de la relación entre el terapeuta y el cliente es la clave de un resultado y proceso exitoso en psicoterapia. Una parte importante de esta relación es el vínculo emocional (de cuidado, apego, comprensión, confianza...). En el contexto de la pandemia de coronavirus y sus consecuencias, el desafío de establecer y mantener tales relaciones terapéuticas será doble.
Por un lado, los profesionales de la psicoterapia corren el riesgo de estar demasiado distantes (ser demasiado técnicos, demasiado fríos, demasiado directivos...) debido a (a) el uso rígido de manuales o guías de tratamiento ante su propia inseguridad frente a una situación tan novedosa, y (b) la gran cantidad de clientes/pacientes que probablemente verán debido a la abrumadora extensión del trauma y la pérdida directa o indirecta que está causando la pandemia.
Por otro lado, también corremos el riesgo de estar demasiado cerca porque nuestra propia condición humana nos hace resonar con los dramas existenciales que nuestros clientes comparten con nosotros (las historias de esta pandemia no son sobre "psicopatología"; son sobre el significado de la vida y de la muerte), y porque hemos sido entrenados para tal cercanía. Es probable que esta dificultad sea aún mayor en el futuro inmediato debido al hecho nuevo y no trivial del uso necesario y generalizado de herramientas de videoconferencia para atender a pacientes que, como nosotros mismos, están en su entorno familiar. Por lo tanto, en algún momento experimentaremos dificultades para establecer un límite claro y saludable entre nuestra propia vida profesional y personal/familiar/social.
De hecho, esto ya está sucediendo en entornos hospitalarios, donde una gran cantidad de profesionales de la salud están sometidos a niveles extremadamente altos de estrés y trauma sostenido, no sólo al presenciar diariamente cómo docenas de pacientes mueren aislados de sus familias y a pesar de sus esfuerzos para mantenerlos respirando, sino también al experimentar un nivel de fatiga de compasión potencialmente dañino y casi propio de situaciones bélicas, falta de sueño, rumiación, llanto descontrolado, preocupación por infectar a sus familias, rituales compulsivos de cambio de ropa e higiene personal en el hogar, perfeccionismo, miedo a enfermar y evitación de cualquier signo de debilidad física y emocional, conmoción emocional y emociones abrumadoras de culpa, miedo... ¡y todo esto en el contexto de experimentar pérdidas significativas y no poder besar o abrazar a sus parejas, hijos, padres o amigos debido al peligro para la salud que esto (ellos, de hecho) implicaría! Un periódico se refirió recientemente a esta situación como "el Vietnam de los profesionales de la salud" debido a la probable ola de TEPT y otras dificultades psicológicas a largo plazo que generará. Las consecuencias son de hecho imprevisibles, y también es probable que veamos un número creciente de casos de agotamiento y cambios de carrera, crisis espirituales/religiosas y un cuestionamiento general del significado de la vida entre este grupo y otros, particularmente teniendo en cuenta que el sistema sanitario ya estaba sufriendo graves recortes presupuestarios y crisis en muchos países desde bastante antes de la pandemia.
Los profesionales que trabajan con estos grupos deben saber cómo mantener una distancia terapéutica óptima (DTO) en términos de sentirse lo suficientemente cerca del cliente como para poder sentir lo que él o ella siente, pero lo suficientemente separados como para saber que es la experiencia del/la cliente, no la suya (como lo describió acertadamente Larry Leitner), y también cómo fomentar la DTO en los propios roles profesionales de sus clientes. Técnicas e intervenciones tales como la autocaracterización, el diario terapéutico (versión para el cliente), la escucha empática constructiva, el escalamiento para la búsqueda de significado o la compasión terapéutica pueden ayudar a los profesionales a acercarse a sus clientes y a mantenerse cerca de ellos. La construcción de límites saludables, la comunicación no violenta y las prácticas de cuidado tales como la meditación de atención plena, la autocompasión o, una vez más, el diario y la escritura creativa (versión terapeuta) pueden ayudarlos a mantener una distancia saludable. La idea central a través de todo el proceso es cuidarse uno mismo para poder cuidar a los demás.
(Versión española de la entrada en el repositorio de recursos terapéuticos ante la pandemia del Portland Institute for Loss and Tansition: https://www.portlandinstitute.org/covid-19-resources)
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