¿Nos afectan todas las infidelidades por igual a mujeres y hombres o hay diferencias entre nosotros dependiendo de si se trata de una infidelidad más sexual o más emocional?
Quizá sería conveniente empezar respondiendo a una primera pregunta: ¿qué entendemos por infidelidad? Hay múltiples definiciones y cuesta dar con una lo suficientemente genérica y específica a la vez, pero, de entre todas ellas, una especialmente convincente es la de "ruptura de un pacto de exclusividad afectiva y sexual".
Tratándose de un “pacto” se asume que los límites los define cada pareja. Así, es posible que lo que uno tolere no sea aceptado por su compañero sentimental o viceversa. Por ejemplo, a un miembro de una pareja puede parecerle aceptable e inocente salir a cenar con un amigo/a íntimo, y el otro puede encontrarlo intolerable e indicio evidente de infidelidad.
En este punto llegamos a una de las ideas claves que circunda todo este complejo ámbito: la comunicación en la pareja. En casos como el del ejemplo anterior no hay que dar por supuesto que uno anticipa con seguridad la reacción del otro (sobre todo si nunca antes se ha producido un episodio así), y lo mejor sería hablar de estos temas si no queremos que la relación se deteriore quizá gravemente.
En la investigación que se resume en esta entrada se pretendió aclarar qué tipo de infidelidad molesta más a mujeres y hombres, así como si el hecho de tener una relación amorosa o no, y las características de la misma, influía en las respuestas de los participantes. El trabajo siguió la línea de investigación liderada por Jesús M. Canto, de la Universidad de Málaga (véase por ejemplo http://goo.gl/TytHgy y http://goo.gl/KZ1WzF).
Los participantes fueron 401 voluntarios (204 mujeres y 197 hombres) con edades comprendidas entre los 18 y los 43 años, que se prestaron a contestar un cuestionario que partía de la lectura de dos historias: una con un perfil de infidelidad emocional y la otra de infidelidad sexual. Después se describían sus sentimientos al leer cada una de las historias mediante una lista de diez adjetivos. Al final del cuestionario se pedía a los participantes que dijesen cuál de los dos relatos les había afectado más.
Los resultados obtenidos al analizar las respuestas fueron llamativos. De ellos se deducía que, en términos generales, los hombres se sentían más afectados por una infidelidad sexual, probablemente porque su autoestima como hombres se veía seriamente comprometida e invalidada. Por el contrario las mujeres se veían más vulnerables ante una infidelidad emocional. Es decir, parecía que a las mujeres les afectase más que su pareja destinase atenciones de tipo romántico a una tercera persona que un episodio puramente sexual.
Estos resultados se podrían explicar desde la construcción de los roles de género en las relaciones de pareja, desde la construcción de la propia infidelidad (a las mujeres les parecía más profunda si había sentimientos por medio) e incluso desde teorías evolucionistas y genéticas.
Pero, ¿qué pasaba cuando entraban en juego las características de la relación y la concepción de la pareja? Los resultados antedichos variaban. Casi la mitad de los hombres con pareja que (a) llevaban más de 3 años de relación, (b) convivían con ella, (c) pensaban que su relación era excelente, (d) tenían proyectos de futuro y (e) consideraban que su pareja era atractiva para los demás respondían que les afectaría más una infidelidad de tipo emocional. Entre las mujeres, por su parte, seguía habiendo una máxima preocupación por la infidelidad emocional, independientemente del hecho de contar o no con pareja estable.
Los resultados hacen pensar que el estereotipo de que a los hombres les ofende que les engañen por un competidor sexual debido a su necesidad de reafirmar su autoestima masculina, sin importarles demasiado los sentimientos que haya por medio, no es del todo correcto. De hecho sólo los hombres con un grado de compromiso bajo en su relación de pareja contestaban así. Aquellos que tenían relaciones con las características mencionadas en el párrafo anterior decían sentirse sumamente invalidados por una infidelidad de tipo emocional también. Es fácil concluir que a mayor inversión emocional mayor invalidación, con lo cual el estereotipo al que me refería señala más una falta de implicación emocional que una característica intrínseca del sexo masculino.
Por lo que respecta a las mujeres, los datos parecen avalar que responden como los hombres con un elevado nivel de compromiso ya desde el principio: la posibilidad de una infidelidad emocional les hace sentir invalidadas por la ruptura del vínculo que comporta.
Cabría aquí preguntarse si es que las mujeres se implican emocionalmente en un grado mayor que los hombres ya desde las fases iniciales de la relación (y si es así, cuál es la causa), o si es que ellas no fragmentan sexo y amor tanto como algunos hombres que parecen considerar que lo uno va desligado de lo otro hasta que se encuentran en la tesitura de sentirse traicionados por alguien que se ha convertido en parte de su propia vida.
¡Pero para responder a eso harán falta más investigaciones!
Cristina Callao es Psicóloga especializada en el área clínica, particularmente en sexología clínica y salud sexual. Esta entrada está basada en su trabajo de investigación Impacto Diferencial de los Celos en la Infidelidad Emocional respecto a la Sexual, presentado como Trabajo de Fin de Grado en Psicología en la Facultat de Psicologia, Ciències de l'Educació i l'Esport (FPCEE) Blanquerna en Junio de 2015 y dirigido por Luis Botella.