La depresión posparto es un problema importante
de salud pública que perjudica tanto a la madre como al bienestar, el
desarrollo y la salud mental del niño. Hay una cierta controversia en cuanto a
la definición, la entidad nosológica y el curso sintomático de este trastorno.
Sin embargo, la mayoría de los autores destacan que el trastorno aparece por lo
general dentro de las primeras cuatro semanas después del parto y alcanza su
mayor intensidad en los primeros seis meses. Aunque tiende a remitir después de
haber alcanzado la mayor intensidad en este periodo, produce una considerable
angustia a las mujeres y sus familias y hay pruebas de que algunas mujeres
continúan mostrando evidencia de la forma subclínica de los síntomas de
depresión hasta 2 años después.
La
depresión posparto es problemática precisamente porque sus síntomas deterioran
o impiden los ajustes necesarios del rol social después del parto. Los síntomas
más comunes son: disforia persistente, sentimientos de culpa, trastornos del
sueño, ideación suicida, miedo de dañar al bebé, apetito y libido reducidas, funcionamiento
mental reducido e ideación obsesiva. Por lo tanto, el funcionamiento de las
mujeres en los ámbitos de (a) el cuidado de su bebé recién nacido, (b) la
intimidad en sus relaciones con sus parejas, (c) las relaciones con los
miembros de la familia y la red social en general y (d) sus funciones laborales
puede resultar profundamente perturbado por los síntomas y sentimientos
depresivos y viceversa.
Según los
estudios epidemiológicos la prevalencia de la depresión postparto oscila entre
10% y 20 %. Tal variación es probable que sea debida a los diferentes criterios
de diagnóstico y a diferencias socioeconómicas entre los grupos estudiados. Los
factores psicosociales de riesgo más habitualmente asociados con la depresión
postparto son: tener 16 años o menos, experimentar uno o más acontecimientos
vitales, la insatisfacción marital, una personalidad vulnerable, la falta de
apoyo social, antecedentes de trastorno psiquiátrico, la tristeza postparto,
depresión prenatal, baja autoestima, ansiedad prenatal, el estrés cotidiano, el
embarazo no planificado, los intentos de interrumpir el embarazo, el trastorno
disfórico premenstrual y sentimientos negativos hacia el bebé; por ejemplo,
tener un bebé del sexo no deseado. Las posibles secuelas incluyen: alteración
en las relaciones y el vínculo madre-hijo, conflicto marital y más tarde
problemas en el desarrollo cognitivo, conductual y socio-emocional del niño.
La
investigación hasta la fecha señala que aunque la mayoría de las formas de
psicoterapia analizadas son eficaces en el tratamiento de la depresión posparto
se necesita más investigación comparando diferentes enfoques terapéuticos y en
particular con respecto a los formatos de psicoterapia específicamente
diseñados y orientados al tratamiento de la población específica que sufre de
este trastorno específico.
Con el
objetivo de llevar a cabo una investigación específica, en este proyecto
internacional comparamos un formato manualizado de Terapia Cognitiva (TC) con un
formato también manualizado de Terapia Constructivista Relacional Integradora
(TCRI). La TCRI se basó en una combinación integradora de técnicas
psicoterapéuticas coherentes con un enfoque teórico constructivista relacional
y su aplicación concreta a la depresión postparto se basó en el postulado de
que el embarazo y la maternidad son acontecimientos vitales que, en función de
una serie de factores psicológicos, relacionales, sociales y biológicos, pueden
desencadenar en algunas mujeres un ciclo de:
- Invalidación: Los cambios que se hacen visibles causados por el embarazo y el parto (ya sean hormonales, físicos, sociales, relacionales o emocionales) se experimentan como incompatibles con las posiciones subjetivas nucleares que la mujer había ocupado hasta ese momento.
- Esta sensación de incompatibilidad puede conducir a un estado de fragmentación entre "las cosas como son" y "las cosas como deberían ser". Por ejemplo, "yo debería querer a mi hijo incondicionalmente, pero a veces me siento muy enfadada con él".
- La fragmentación evoca sentimientos de frustración ("No puedo soportar más esto, no lo conseguiré nunca"), culpa ("no me debería sentir así, soy una mala madre"), y alienación ("esto sólo pasa a mí, las otras mujeres son madres perfectas y tienen una relación perfecta con sus bebés").
- Internalización: Como es impensable atribuir conscientemente el origen de tanta ansiedad y sufrimiento al bebé (ya que esto llevaría a aún más culpabilidad ), todas estas emociones negativas se dirigen hacia ellas mismas y esto empeora aún más la invalidación.
Un total
de 320 mujeres de las unidades de maternidad en una ciudad brasileña participaron
en el estudio. Las evaluaciones de la depresión se hicieron entre 30 y 60 días
después del parto, al final del tratamiento y 12 meses después del final del
tratamiento. Para evaluar los síntomas de la depresión se utilizó el Inventario
de Depresión de Beck (BDI) con un punto de corte ≥ 12 . Las mujeres que
mostraban síntomas de depresión fueron invitadas a participar en un ensayo
clínico aleatorizado. De las 320 mujeres evaluadas, 115 mostraron síntomas de
depresión. De este grupo, 60 fueron elegibles para el estudio.
Las dos
terapias mejoraron la sintomatología depresiva (pero no ansiosa) de las
pacientes de la muestra. No hubo diferencia entre la eficacia de las intervenciones (p = 0,139), si bien la TCRI obtuvo mejores resultados pues generó
más cambios en la construcción del self de las participantes.
En cuanto
al mantenimiento de los efectos de las dos terapias, se compararon las
puntuaciones medias del BDI al inicio del estudio y a los 12 meses siguientes
al final del tratamiento, y se demostró una reducción significativa tanto para
la TC (p = 0,05) como para la TCRI (p < 0,001 ).
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información en el artículo completo: http://goo.gl/JzXkox